Aquellos ocho años.

Aquella mañana despertó y se encontró sola en casa, su estomago le pedía comida, buscó pero no halló nada en la despensa. Miró el reloj que marcaba la una del mediodía y se asustó… Empezó a buscar por la casa y su hermano no estaba, su madre tampoco pero eso no la preocupó, pero si el hecho de no encontrar al niño, abrió una ventana y comprobó que la calle aparecía desierta y en casa solo existían el gatito trigueño y ella… solo pensaba en la azotaina que su madre le daría por haber perdido a su hermano mientras dormía. Desesperada y hambrienta se volvió a cama para pensar que hacer. Paso el tiempo, y su madre entró en casa con las bolsas de la compra… La niña se levantó de la cama y le contó todo lo sucedido, pero el problema más grave y misterioso es que su hermano no aparecía…!!! Ante la pasividad de su madre ante el hecho, pensó que no la había entendido bien y le volvió a repetir que su hermano no estaba en la cama cuando ella despertó… y esperó la respuesta medrosa. Pero la contestación fue muy distinta a la que la niña esperaba: -A tu hermano lo llevé a casa de sus primos que querían que pasara el dia con ellos. Dijo tajante. -Yo también quería pasar el dia con ellos, porque no me llevaste a mi tambien? - A ti no te quieren, solo lo quieren a él. - Ah bueno, si no me quieren entonces nada… y se volvió completamente hundida a la cama, sin entender el porqué su familia no la quería… Pasó el tiempo, y oyó a su madre llamarla para que fuera a comer, se secó las lágrimas y se fue a la mesa. A menos sería un día tranquilo, pensó...

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